Cada 24 de mayo la Iglesia celebra a la Madre de Dios bajo la advocación de “Santa María, Auxilio de los cristianos” (Maria Auxilium Christianorum), conocida popularmente como Santa María Auxiliadora.

“En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra”, decía San Juan Bosco, quizás el más grande difusor del amor a María Auxiliadora. Esta hermosa piedad ha estado presente en la Iglesia y en la vida de los fieles desde antiguo, cada vez que algún cristiano, hijo de María, atraviesa por alguna dificultad.

Devoción enraizada profundamente

Los cristianos de los primeros siglos aprendieron a invocar a la Virgen con el nombre de “Auxiliadora”. Los dos títulos más frecuentes que podían leerse en las antiguas iglesias o monumentos de Oriente eran: “Madre de Dios” (Theotokos) y “Auxiliadora” (Boeteia). Santos como San Juan Crisóstomo, San Sabas y San Sofronio hicieron uso de ambos títulos para referirse a la Madre de Dios.

 

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