Pocas veces se han visto escenificaciones tan desconcertantes como la que vimos ayer en la sala de sesiones de la Cámara de Senadores. Y en política ya se ha visto cada cosa. La senadora Lilian Samaniego, actual presidenta de la Comisión Permanente, y quien está en plena campaña para ser la ungida por el oficialismo como precandidata a vicepresidente de Hugo Velázquez, fue la que ofició de escenógrafa para un capítulo más de este teatro que estamos viendo hace semanas.

Abusó de su posición como presidenta y convocó a una sesión extraordinaria de la Permanente para (una vez más) escuchar al ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, y al que hasta ayer al medio día fuera el comandante de la Policía Nacional, Luis Arias.

A pesar de la movida, la reunión inició aún sin contar con el quorum legal. Había que hacerla de alguna manera. Y la que fue convocada por resolución como una sesión extraordinaria y a puertas cerradas para poder escuchar las acciones concretas propuestas por el Poder Ejecutivo en una de las áreas más sensibles para los paraguayos: la seguridad, terminó siendo lo que el gobierno siempre quiso que fuera, un escenario donde la línea discursiva que se está desarrollando pueda ser ratificada y expuesta ante los medios de comunicación. Más y más circo, nada de exponer resultados (lo cual ratifica que no hay resultados que mostrar) y mucho menos acciones a futuro.

¿Avances en la investigación sobre el episodio que le costó la vida a Vita Aranda? Ni soñarlo, que nada distraiga de las verdaderas intenciones. Eludió todos los temas que deberían de ser propios de su ministerio. Nada, ni uno solo. Supuestamente, la convocatoria fue para explicar un crimen en medio de un concierto con doce mil personas y meses de desatinos que incluye la explosión descontrolada del negocio del secuestro (incluido el de un exvicepresidente), la instalación del sicariato como mecanismo de resolución de conflictos, asaltos callejeros y domiciliarios, homicidios, violaciones, abusos. No hay memoria que alcance para comparar inseguridad similar.

Para quienes no les gusta hacer retrospectiva o sufren de amnesia selectiva, lo del ministro del Interior puede ser nuevo. Pillos. Basta mirar el volumen y calidad de los resultados obtenidos en los diferentes estamentos donde estuvo. Agente fiscal, senador nacional, director de la Senad, validador de la tragada de Salud en pandemia, ministro del Interior. Quienes lo conocen de cerca o a quienes les tocó trabajar con él cuentan que presentaciones como la que hizo ayer son su especialidad, “postgrado en Power Point”. Ya lo ha hecho siendo fiscal y senador, sin mucho resultado. Es lo que hay, no es cuestión de ser tan exigentes, no pidamos más

Ahora bien, hay una diferencia sustancial con las anteriores instalaciones artísticas, el nivel de nerviosismo y desespero que se evidenció en la de ayer. El tan pretendido autocontrol, sobre el cual suele hacer ostentación quedó lejos. Muy lejos. Y pensar que la seguridad de los paraguayos está en manos de un hombre desesperado transmite muchas cosas, menos seguridad.

  • Por Felipe Goroso S., columnista político La Nacion 

 

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