Los sectores eólico y solar generaron el 12% de la electricidad mundial en 2022, un nivel récord, aunque siempre a la zaga del carbón, que sigue siendo la principal fuente de energía, según un informe de Ember, un grupo de reflexión.
La invasión de Ucrania por Rusia en febrero de 2022, con el consiguiente cierre de los gasoductos rusos y la disparada de los precios llevaron a los gobiernos a buscar alternativas en las energías con menos emisiones de carbono.
«Todas las fuentes limpias de electricidad [tanto las renovables como la nuclear] alcanzaron un 39% de la electricidad mundial, un nuevo récord», y el resto proviene de energías fósiles (gas, petróleo y carbón), destacan los autores del reporte.
Contada separadamente, la energía eólica y solar también marcó un récord, de 12%. En 2015, representaba solo un 5% del total.
Actualmente, las renovables representan más del 10% de la producción mundial de energía en 60 países.
El sector recibió un fuerte impulso de la Unión Europea (UE), donde representa un 22% del total, en alza de 24% respecto a 2021.
Esto permitió limitar el recurso al carbón, que así y todo registró un aumento de 1,1% en la producción total de electricidad, de acuerdo con este cuarto informe anual de Ember, basado en datos públicos de 78 países que representan el 93% de la demanda mundial de electricidad.
«A pesar de los avances [de las renovables], el carbón sigue siendo la mayor fuente mundial de electricidad, con una generación del 36% de la electricidad mundial», subraya el informe.
Ese recurso persistente al gas y el carbón también llevó a «un nivel récord las emisiones» de gases de efecto invernadero, que alcanzaron el año pasado 12.000 millones de toneladas equivalentes de CO2 (+1,3%), subraya el documento.
Los autores del informe consideran con todo que el 2022 pudo marcar «un tope de las emisiones relacionadas con el sector eléctrico y el último año de crecimiento de las energías fósiles» en ese sector.
Para 2023 anticipan «un débil retroceso de la producción de origen fósil (-0,3%), con caídas más importantes los años posteriores, a medida que se acelere el despliegue eólico y solar».
«Esta década decisiva para el clima marca el inicio del fin de la edad fósil» sostiene en un comunicado una de las autoras del informe, Malgorzata Wiatros-Motyka.