01 de noviembre celebramos la festividad de Todos los Santos, cuyo origen tiene lugar hace casi 1.300 años en la Iglesia Católica.
El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, tanto los reconocidos como los anónimos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo, en virtud del esfuerzo en seguir de cerca al Maestro, cooperando con su Gracia.
La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la fe y la caridad.
San Juan Pablo II, en la homilía de la misa dedicada a la Solemnidad de Todos los Santos, en noviembre de 1980, decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”. Y es que esta Solemnidad es un día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.
Origen de la festividad
A pesar de que se lleva celebrando casi toda la vida, hay gente que no tiene claro el origen de su celebración. No es otro que de carácter religioso, de la Iglesia Católica, y se remonta a hace casi 1.300 años. El impulsor de la medida fue el Papa Gregorio III, que durante su tiempo de pontífice (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor de todos los Santos.
De esta forma, se buscaba que todos los santos fueran venerados al menos un día al año. Años más tarde, a mediados del siglo IX, el Papa Gregorio IV, en tiempos de Luis El Piadoso (emperador de Occidente y rey de los francos), extendió su celebración a toda la Iglesia en el año 835. Se cree que la fecha elegida, el 1 de noviembre, fue porque coincidía con una festividad de los pueblos germanos, y en aquellos años el objetivo de la Iglesia era eliminar las celebraciones paganas.
El hecho de ser un día en que se honra a todos los santos hace que sea festivo y no laborable. Como norma general, durante este días las catedrales exhiben las reliquias de los santos que hay entre sus muros.