Un 12 de octubre de 1936, ante una multitud popular entusiasta y emocionada, con un desfile cívico-militar y la presencia de las autoridades del gobierno revolucionario, veteranos de la Guerra del Chaco y del 70, se inauguraba el Panteón Nacional de los Héroes, recibiendo los restos mortales del Mcal. Francisco Solano López, traídos desde Cerro Corá y del soldado desconocido de la Guerra del Chaco, para su descanso eterno en la cripta subterránea del monumento nacional.
El gobierno provisorio de la revolución libertadora liderado por el Cnel. Rafael Franco, declaraba Héroe ejemplar sin par a López y lo entronizaba a los altares sagrados de la Patria; llegando a su punto culminante un proceso de reivindicación iniciado a finales del siglo XIX por referentes intelectuales de la generación del 900, entre estos Blas Garay, Enrique Solano López Lynch, Manuel Dominguez y por supuesto el proclamado apóstol del nacionalismo paraguayo Juan Emiliano O’leary Urdapilleta.
Se escribía así una página inolvidable del nacionalismo paraguayo, reivindicándose oficialmente la figura de quien fuera el Mariscal Presidente Francisco Solano López y de los próceres beneméritos de la Patria, Gaspar Rodriguez de Francia y Don Carlos Antonio López.
Art: Juan Marcelo Cuenca.
Foto: el Panteón Nacional colmado de personas el día de su inauguración (Colección Oleary-Biblioteca Nacional)