El travesaño salvó en el final al Real Madrid, que derrotó 2-1 al Barcelona de Leo Messi y alcanzó al Atlético de Simeone en lo más alto de la tabla. El Culé quedó un punto detrás.
El Real Madrid le ganó 2-1 el clásico al Barcelona en el Di Stéfano y dormirá como líder de la Liga acompañado por el Atlético Madrid, que este domingo tendrá la chance de ser nuevamente puntero en soledad si consigue un empate o triunfo frente al Betis. El Barsa se quedó a un punto de los madridistas y Lionel Messi, no liga. Pero todavía puede pasar de todo en lo que le falta al campeonato.
No le alcanzó a los catalanes tomar la pelota y el protagonismo. Porque los Blancos cedieron espacios, fueron un equipo compacto, veloz para salir de contra y sorpresivo. La otra cara, la del Barsa, fue lento y previsible. Y cuando menos lo pensaba, Karim Benzema metió un tacazo para abrir el marcador y advertir los problemas defensivos del Barcelona en el retroceso.
Con un Messi bien rodeado (a veces por cuatro futbolistas), fue Zinedine Zidane el que le ganó el partido de ajedrez a Ronald Koeman: el triángulo de salida del Culé, con De Jong, Dest y Alba fue anulado por Casemiro, Valverde y Mendy. Más allá de que se jugaba en el campo del Madrid, el gran peligro lo generaba el Real.
La velocidad de Vinicius y el ida y vuelta de Valverde fue un aviso de que podía haber más. Las pelotas largas eran la clave del local. El uruguayo incrustó un tiro en el palo y se olía que algo más podía pasar. Y sí, pasó: un tiro libre de Kroos, con doble desvío (en Dest -que se dio vuelta en la barrera- y en la cabeza de Jordi Alba), fue el 2-0 que ponía en jaque al Barcelona. Messi alcanzó a meter un tiro de esquina en el palo antes del final del primer tiempo. Pero no más.
El repertorio no cambió mucho en la segunda parte: el Barsa siguió con el dominio y el Madrid continuó apelando a las contras. Grandes fugadas de peligro fue lo que le faltaron al clásico, aunque con los grandes jugadores de los dos equipos en cualquier momento podía pasar algo que le diera vida a uno o dé por muerto al otro.
El descuento de Mingueza fue una vacuna de reacción y energía para los catalanes, que estaban a sólo un gol de distancia. Mientras Koeman apelaba a cambios ofensivos, Zidane lo hacía de modo defensivo.
El Barsa tuvo varias posibilidades para llegar al empate, pero Courtois y la falta de puntería era el combo perfecto para el Real. Y faltaba la magia de Messi, quien llegó al récord de presencias en el clásico con 45 y a su peor marca ante el merengue: suma siete sin convertirle.
El Real Madrid deberá agradecer por esa milagrosa jugada del final: en los minutos adicionales, el equipo de Koeman fue a la carga con todo, hasta con el arquero Ter Stegen en el área del local. Primero, lo tuvo Ilaix Moriba y su remate dio de lleno en el travesaño ante un Courtois que ya parecía vencido. Y en el rebote, tras una carambola, la bocha le quedó a Jordi Alba y la terminó mandando por encima del travesaño.
Después vino el final, que llevó al Madrid a la cima y al Barcelona relegado un punto atrás y sin invicto (llevaba 19 partidos sin perder en Liga, con 16 victorias).
Diario. Ole