Se dice de San Roque que venció la enfermedad por la asistencia divina. Fue en esta ciudad Piacenza -Italia-donde contrajo la peste en un hospital. No se sabe si fue expulsado o se alejó voluntariamente, pero el santo se dirigió a un bosque desierto y deshabitado para no contagiar a otros.Allí pasó los terribles síntomas  de esta enfermedad, pero Dios no lo abandonó. Según cuenta la tradición, san Roque no tenía qué beber ni qué comer, pero tenía lo más importante: su fe y la oración. Rogó a Dios que lo ayudara, y el Señor le dio una respuesta. Hizo brotar milagrosamente una fuente de agua clara y fresca para que el santo bebiera y lavara su heridas. Pero aún le faltaba el alimento, y esta es la razón por la que a san Roque siempre se lo representa con un animal a su lado. ¡Dios le envió un perro para que le llevara pan! Cada día, el animal hurtaba una ración de pan de la cocina de una casa no muy distante y se lo llevaba para que se alimentara.

Hasta que un día, el dueño del perro, llamado Gotardo, se sitió extrañado por la acción de su mascota y la siguió. Así encontró a san Roque enfermo, y al reconocer en este increíble santo un hombre profundamente espiritual, Gotardo volvió cada día y se convirtió en su discípulo.
Finalmente llegó el día en que Dios creyó que ya era suficiente. Un ángel se le apareció en sueños y le dijo que se iba a curar. Además, le pidió que volviera a su lugar de nacimiento, Montpellier. ¡Y así ocurrió! Como me enseñó mi madre: «Líbranos, Roque piadoso, de la peste contagiosa».
Traigo esta historia por ser San Roque el patrono de las epidemias, y ser su día, el 16 de agosto.

 

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