El correcto mantenimiento de la bici alarga su vida útil, pero también consigue que siempre funcione como el primer día. Esto nos aportará seguridad, fiabilidad y las mejores sensaciones cuando montamos con ella.

En este artículo, desarrollamos un decálogo con los cuidados y mantenimientos básicos que son aplicables a todo tipo de bicis, aunque la periodicidad de estos dependerá siempre del uso: tipo de ciclismo, condiciones del terreno, climatología, peso del ciclista, etc..

1. Limpia tu bici

Los principales enemigos de tu bici son la humedad, que elimina los lubricantes y facilita la oxidación, y la suciedad, que actúa como una lija desgastando prematuramente la transmisión y las zapatas y pastillas de freno. Pero ambas se evitan con una limpieza regular de la bici, sobre todo, de la transmisión. Aunque no puedas limpiar el resto de la bici, limpia bien la cadena y las roldanas siempre que sea posible. Y no es necesario utilizar siempre agua. Cuando no haya barro ni mucha grasa sucia, con un paño y un cepillo puedes dejar la transmisión limpia. Solo dos líneas rojas: nunca utilices agua con alta presión ni sumerjas la bici. En ambos casos, el agua penetrará con facilidad por la presión y eliminará la grasa de rodamientos, ejes y suspensiones, hiriendo de muerte estos componentes.

2. Engrasa y lubrica

Si antes citábamos sus grandes enemigos, el aliado imprescindible de nuestra bici es el lubricante.

Casi todos los componentes requieren de lubricación para su correcto funcionamiento y para alargar  su vida útil, pero es muy importante conocer el lubricante adecuado para cada parte de la bici y cómo aplicarlo correctamente.

Debemos aplicar el lubricante correspondiente cada vez que limpiamos estos componentes o cuando muestren síntomas de falta de lubricación. La cadena y el resto de la transmisión, los pedales, los mandos y las suspensiones utilizan aceites o lubricantes con bases de cera. En los ejes, rodamientos y puntos de contacto entre materiales, se utilizan grasas o pasta de carbono.  Hay que prestar especial atención al pedalier, que está muy expuesto a la suciedad y la humedad, y requiere de un mantenimiento periódico para limpiar y engrasar. Según el uso, el intervalo óptimo de esta operación oscilará entre los 3 meses y 1 año, pero os recomendamos hacerlo siempre que hayais salido con mucha lluvia o barro y cuando hayais sumergido la bici en agua al cruzar ríos, arroyos o grandes charcos. En estos casos, el agua penetra, disolviendo la grasa y puede provocar grandes daños en el pedalier. Para los más manitas, contamos con vídeos tutoriales para las operaciones de mantenimiento de los ejes de pedalier que podéis ver en esta lista de reproducción: Y para saber con certeza los tipos de lubricante y cómo usarlos en toda la bici, tenemos dos vídeos en los que os explicamos todo sobre la lubricación:

 

3. Ajusta la presión de los neumáticos

La presión de los neumáticos es el factor que más incidencia tiene en el comportamiento de la bici y una misma cubierta puede cambiar radicalmente con distintas presiones. Es importante averiguar la presión adecuada para el uso que le vamos a dar y revisarla antes de cada salida. Disfrutarás más de la bici y alcanzarás un equilibrio entre el desgaste y las mejores prestaciones.

 

4. Reaprieta la tornillería

Los numerosos tornillos y cierres que lleva la bici se pueden aflojar por diversos motivos, incluso en una bici nueva. La holgura provocada por un tornillo flojo puede dañar los componentes que la sufren, incluso de forma grave e irreparable. Y, si se llega a desmontar o aflojar algún componente vital durante la marcha, como el manillar, las ruedas o los frenos, por ejemplo, podemos tener un accidente grave. Para evitar esto, deberíamos revisar toda la tornillería periódicamente. Lo ideal sería hacerlo antes de cada salida y usando llaves dinamométricas para dar a cada tornillo el par de apriete correcto. Si por falta de tiempo no podemos revisar todo antes de cada salida, deberíamos hacerlo, al menos, con la potencia, el manillar, las bielas, los tornillos del basculante, si tenemos suspensión trasera, y los cierres de las ruedas.

 

5. Repón el líquido antipinchazos

El sistema tubeless (sin cámaras) combinado con líquido sellante es, posiblemente, el mejor sistema antipinchazos utilizado actualmente por fiabilidad y prestaciones, pero tenemos que reponer el líquido períodicamente para mantener la protección. Dependiendo del producto elegido, las marcas recomiendan reponerlo entre 3 y 6 meses de uso. Por nuestra experiencia, os recomendamos reponerlo cada dos meses en los momentos de más calor y cada tres en invierno. Y nunca dejéis que los neumáticos pierdan mucha presión, pues el líquido se seca muy rápidamente. Si no vais a usar la bici, comprobad la presión todas las semanas y haced girar las ruedas para que el líquido se mueva y se reparta bien.

6. Vigila el desgaste de la transmisión

Entre las tareas preventivas que tenemos que realizar períodicamente, para evitar problemas y averías, está el control de desgaste de los componentes de la transmisión. El más importante de controlar es la cadena, pues, con el uso, se va elongando y provoca desgastes prematuros en cassette, platos y roldanas, obligádonos a cambiar estos componentes cuando ponemos cadena nueva, si no lo hemos hecho a su debido tiempo. Es muy fácil controlar su desgaste con una sencilla herramienta que es el medidor de cadena.

7. No te olvides de los cables y las fundas

Son los responsables de trasladar la presión de los pulsadores y manetas al cambio y los frenos, respectivamente, y más importantes de lo que piensan muchos ciclistas. Si están en mal estado puede ser imposible ajustar correctamente un cambio o unos puentes de freno, volviéndo locos a los principiantes que no sospechan la causa y se empeñan en actuar sobre estos elementos. Los síntomas más evidentes de que necesitan un cambio o, al menos, limpieza y lubricación, son el endurecimiento de los pulsadores, en el caso de la transmisión, y los problemas para retornar a su posición de reposo en el caso de los frenos con cable. Estad atentos a su estado, para que no os amarguen las salidas, y, si os animáis a cambiarlos vosotros mismos, os ayudarán estos vídeos de nuestro canal:

8. Controla las holguras

Con el uso, es inevitable que algunos elementos tengan holguras y no siempre se detecta sin una revisión expresa de estos elementos. Aparte de la tornillería general que hemos visto anteriormente, tenemos que vigilar regularmente las holguras en otros elementos importantes como son la dirección, los bujes, el pedalier y las barras de la horquilla, para actuar en cuanto las detectemos, pues pueden causar daños importantes si no se subsanan cuanto antes.

La dirección es uno de los elementos más vulnerables a las holguras y tenemos que revisarla con frecuencia. Cuando la holgura es leve, no siempre se aprecia fácilmente conduciendo la bici, pero puede ocasionar daños en la pipa del cuadro, en el tubo de la horquilla y en la propia dirección. Cuando ya es un juego importante, aparte de los daños que puede causar al material, puede hacer la bici menos precisa en su trazada y más nerviosa e impredecible.

Detectar la holgura de la dirección es fácil, pues no tenemos más que poner la mano en la parte inferior de la dirección, tocando el cuadro y la horquilla a la vez, apretar el freno delantero y empujar la bici desde la potencia. Si la dirección tiene holgura, lo noteramos al tacto

9. Revisa las suspensiones

Si queremos mantener las prestaciones de horquillas y amortiguadores y alargar su duración durante años, es imprescindible hacer los mantenimientos recomendados por el fabricante y con los intervalos indicados, que se suelen dar en horas de funcionamiento. Os aconsejamos leer los manuales o pedir asesoramiento profesional en las tiendas y servicios técnicos oficiales, como las tiendas Mammoth.

Pero, en el uso diario, podemos realizar algunas tareas sencillas para cuidar de estos preciados componentes de nuestra bici: limpiar las barras de suciedad siempre que sea posible, evitar agua con alta presión para limpiarlas y lubricar las barras con un ligera capa de aceite de teflon de los indicados para seco o específicos para suspensiones que tienen algunas marcas. También debemos comprobar las presiones y demás ajustes, al menos, una vez al mes.

El mantenimiento que se hace con más asiduidad, en intervalos que suelen oscilar entre las 100 y 125 horas, es el cambio de aceite, retenes y juntas

10. Cuida los frenos

Terminamos el decálogo de mantenimiento con los frenos. Nunca los descuidéis, porque las sorpresas con este componente pueden ser dramáticas. Las atenciones habituales son:

  • Vigilar el estado de desgaste de zapatas, pastillas y discos, según corresponda, para sustituir estas piezas de forma preventiva, antes de que nos den problemas.
  • En frenos con tiro de cable, ir variando la tensión, según se desgasten las zapatas o pastillas, para mantener la potencia de frenada y el recorrido de la maneta.
  • En frenos hidráulicos, en cuanto notemos que se pierde presión o se alarga excesivamente el recorrido de las manetas, realizar un purgado para eliminar burbujas que nos pueden dejar sin freno en el peor momento.
  • Evitar el contacto de sustancias grasas con los componentes del freno a toda costa, porque arruinarán su función de forma irreversible, incluso, cuando se trate de las pastillas.

Fuente:  Mammoth.

 

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