Esta semana se celebra la Pascua, la fiesta más importante del calendario cristiano. La palabra proviene del término pésaj, del hebreo antiguo, y significa “paso” o “transformación”. La Pascua conmemora la muerte y resurrección de Jesús, el hijo de Dios, un hecho que representa el eje central del cristianismo.
La religión cristiana, con todas sus ramas (católica, protestante o ortodoxa), es la religión más seguida del mundo con más de 2.000 millones de creyentes. Por eso la Pascua es una celebración muy extendida y se festeja de diferentes formas.
En países de marcada tradición católica como España, Italia o algunos países de América Latina, se representan escenas bíblicas como el calvario de Cristo: cuando Jesús fue obligado a arrastrar una cruz gigante de madera en la que después fue crucificado por los romanos.
En estos países, la Pascua marca el calendario escolar y laboral: los más pequeños tienen una o dos semanas de fiesta que marcan el paso del segundo al tercer trimestre.
En países de tradición protestante como Estados Unidos, el Reino Unido u otros países del norte de Europa, no es tan común representar la vida de Cristo. Las familias más religiosas se reúnen el Domingo de Resurrección para celebrarlo con una gran comida.
Otra costumbre muy extendida son los huevos de Pascua, una tradición que mezcla el origen pagano de la Pascua con la religión cristiana. En la antigua Grecia y Roma, durante el equinoccio de primavera se regalaban huevos pintados para desear prosperidad y fertilidad.
Hoy en día, los niños se divierten decorando huevos cocidos con pintura o bien juegan a hacerlos rodar o lanzarlos al aire. En Estados Unidos los huevos de chocolate se esconden en el jardín para que los niños jueguen a encontrarlos
Historia de la Pascua
El Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección es el día en el que Jesús resucitó, tres días después de ser crucificado en Viernes Santo. En ese sentido, la Pascua marca el final de la Semana Santa, los últimos días de Jesús.
La Semana Santa conmemora la Pasión de Cristo: su entrada en la ciudad de Jerusalén, la Última Cena, el Viacrucis cargando la cruz, su muerte crucificado y la resurrección.
La llegada a Jerusalén se celebra con el Domingo de Ramos: una multitud de seguidores le recibieron alzando palmas, reconociéndole como el hijo de Dios en la Tierra. Esta tradición sigue presente en la actualidad con la bendición de palmas y palmones en las iglesias.
El jueves siguiente es Jueves Santo, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, que en el futuro difundirán su mensaje como apóstoles. El Viernes Santo, después de ser traicionado por Judas, Jesús es apresado por los romanos y crucificado.
Para los romanos, Jesús era una figura incómoda porque predicaba una nueva religión con unos valores diferentes: el cristianismo tenía un único dios (a diferencia de las múltiples divinidades de la mitología romana), además de defender la liberación de los esclavos que tan preciados eran para el Imperio Romano.
Siglos después, cuando el cristianismo ya era la religión mayoritaria en el Imperio, un grupo de obispos reunidos en el Concilio de Nicea (325 d.C) establecieron que la Pascua sería el primer domingo después de la primera luna llena de primavera. Por eso se celebra en una fecha diferente cada año